sábado, 10 de abril de 2010

INSIGNIAS MUTADAS. Miguel Angel García Padilla.


INSIGNIAS MUTADAS 
Objetos performativos para una nueva disposición estética 
Miguel Angel García Padilla

Curador:  Leonardo Ramírez
Del 13 de enero al 28 de marzo de 2010.
Galería Jesús Gallardo planta baja
Pedro Moreno  202, esquina Hermanos Aldama
León Guanajuato, Centro Histórico.
México.





INSIGNIAS MUTADAS
Disposición y suspensión plástica de Miguel Ángel García Padilla

“Hay un mundo creado por el ser humano.
Pero también un mundo creador del ser humano”.

Carlos Fuentes, “Arte del Pueblo, manos de Dios”, 2006.

En verdad, nuestra realidad puede ser transformada. Nuevas y poderosas visiones plásticas y propuestas estéticas nos ofrece MAGP en sus Insignias Mutadas. Sus señales distintivas se suspenden en el espacio creado ad hoc para redimensionarse, modificar su alusión definitoria más común para ser, en su propia naturaleza, otro estado, mucha forma. Con el uso y re-significación de varias técnicas como el dibujo artístico, el recorte, ensamble, grafito y piel acordonada, este artista nos muestra en su capacidad convertidora, un ejercicio artístico de carácter performativo cuyo valor principal es la recreación de escrituras, como armas e instrumentos, de su lúdico andamiaje en un campo semántico y por ello la imposición de un orden muy personal, vulnerado a propósito, con el único interés de explorar las amplias posibilidades de los materiales, como ejes para la generación del deleite y disfrute lucido.

Pero en este trabajo no hay fantasía. No, más bien alegoría de los signos de una realidad superada por múltiples significados, de los materiales y los objetos, como anhelos de su concepción de lo bello. Concurre una exploración del vacío –su manejo espacial- como unidad en la conformación de su propuesta. Esta unidad le otorga a cada una de sus piezas un acento escultórico, que no es definitorio ni definitivo, más bien una punta de lanza de estos objetos dispuestos en novedosa trasgresión plástica, pues no atienden reglas específicas y si en cambio están regidos por una libertad artística cercana a la representación simbólica y abstracta de las cosas. Pero ¿Dónde busca su modelo este artista? ¿De qué lugar extrae sus coordenadas sensoriales? Principalmente de dos entidades: de la representación del arte clásico y de la naturaleza.
 
De ahí que podamos observar, elementos muy identificables, como forma vista y como signo recuperado, de los tocados –incluida su joyel- en los personajes de los cuadros de Vermeer, las galas de las máscaras del carnaval veneciano, los perifollos de las tribus africanas o la franca estela de la tradición peletera leonesa.

Rocío sobre las telas
En su trabajo este ensamblador recuerda, mediante la aplicación de técnicas muy domésticas, la obtención de objetos bellos y simples en su contexto, pero muy complejos en su composición. En sus trabajos conviven el aire, las nubes, el color de la paja y su textura, pájaros formando figuras y telas sin sostén, antes de ser convertidas en vestido. Hay pues en su memoria, la decadencia de su tradición manufacturera y la cadencia de su apego a la nostalgia artística: todo tiempo pasado fue mejor, afirmaba Moliere. De ahí que al hablar de un posible método en su trabajo, pudiéramos atestiguar que en su trabajo Miguel Ángel mira armoniosamente hacia el pasado, ya que su producción sigue apegada a las coordenadas más simples, pero menos resueltas por el ser humano, pues necesitan del talento y capacidad creativa como el dibujo, el boceto, el viso, así como la generación de atmósferas.

A partir de conjuntos visuales y objetuales, sus productos artísticos no son simplemente dominados por su contexto y circunstancia práctica, ni denominados por cosas comunes, como collares o simples herramientas para el adorno; su obtención artística y su atención estética se alcanzan por medio de una plusvalía metafórica que las enmarca en un sentido plástico y las extiende en un sentido artístico. Y si observamos los objetos en conjunto, cuyo valor escultórico se encuentra en el acierto museográfico, podremos establecer un cierto parámetro del comportamiento colectivo, no solo de lo materiales, sino del discurso que ellos mismos expresan, es decir, cada objeto performativo propone una arrogante disposición plástica que genera perfección.

La indagación, casi celular de sus construcciones, que mediante el dibujo, el engarce o el ensamble sostiene este artista, apunta hacia una suspensión plástica y una disposición peripatética, ya que adquieren en el contexto museográfico una oportuna circunstancia hermenéutica. Su capacidad de interpretación siempre es más rica cuando se acompaña con dispositivos artificiosos como la luz, al artilugio del museo y el espacio condicionado, además de una elucidación razonada.

Resonancia tridimensional
Ahora bien, el uso de materiales es un asunto que no puede soslayarse en este trabajo. La resonancia del antiguo joyero es una constante en la producción artística de este creador. Otro aspecto también sugestivo es su destreza –y diálogo- que como diseñador más contemporáneo tiene con la materia. Si consideramos que su valor, de suyo estético, reside en el simple hecho de su vicisitud en los materiales, su signo más plástico lo podemos encontrar en la propia calidad de su factura y en cada cualidad de su múltiple inventiva objetual, así como en su calidad de arte de proceso, de su operación artificial. Este artista usa la beldad intrínseca en los materiales para exponenciar, mediante su enérgica propuesta, la preciosidad dada por la propia naturaleza; es complejo, pero afirmar que acentúa la belleza es insistir en que, mediante sus creaciones, se recrea en forma arbitraria, la hermosura misma.
Otro aspecto interesante es que, mediante sus series, el autor rememora un viejo concepto del objeto artístico. Y es que su producción requiere de un análisis no sólo intelectual sino sensitivo, pues encuentra una conexión con sus impulsos personales y una instalación en nuestros deseos colectivos. De esta manera sus signos están engarzados como bocetos de su conciencia, como anhelos de su incontinencia creativa y represiva, bordados todos y cada uno, en la gran tela del carácter aspiracional del ser humano. De ahí que este muestrario no se abra simplemente, sino que se despliegue muy lentamente en la maqueta imaginada del que quiere poseer una pieza artística, del ente sensible que se identifique con la belleza o del simple espectador que -categóricamente- sostenga su debilidad más habitual: el gusto, uno de los mejores juicios.

Cada una de estas piezas acentúa un atributo simbólico de su percepción y de su observación minuciosa. Sus piezas son anatomías autónomas tridimensionales y en ellas, confluyen tres elementos vitales para los objetos escultóricos: espacio, tiempo y memoria. Si en efecto nadie puede salirse de sí mismo para identificarse directamente con las cosas distintas a él; todo aquello de que se tiene conocimiento cierto e inmediato se encuentra dentro de su conciencia, Insignias Mutadas constituyen una realidad que es la materia de su conocimiento o su sensibilidad, perfeccionada por el sujeto; un individuo capaz de ofrecernos en recuperación de sus epifanías, la mnemotecnia de sus condiciones estéticas, la verdad del signo aparente menos claro: el humano que aspira convertirse en un todo. Ya se sabe, no hay objeto sin sujeto…


Mauricio Vázquez González
Enero 2010

IMÁGENES DE LA EXPOSICIÓN






INSIGNIAS MUTADAS
Objetos preformativos para una nueva disposición estética

Es innegable que la utilización libre de soportes artísticos han permitido que los creadores contemporáneos tengan una cada vez mayor precisión al hablarnos de sus preocupaciones estéticas. La ruptura de barreras y soportes conceptuales en el desarrollo y realización de las obras de arte actual, han permitido que éstas formen una serie acentos en los cuales el discurso está por encima de barreras formales o categorizaciones que encajonan al trabajo artístico en esculturas, pinturas o dibujos.

En el caso de Miguel Ángel García Padilla (León Guanajuato 1954) el salto a disciplinas afines y la utilización de los más diversos materiales se ha dado con toda naturalidad desde el inicio de su carrera profesional. García Padilla hace un profundo análisis de la forma y el espacio a través de sus proyectos de arquitectura interior, instalaciones efímeras con materiales orgánicos como ramas y flores, recuperaciones memoriosas de oficios familiares aunado a un compulsivo y exquisito afán coleccionador.

Las piezas de insignias mutadas, establecen desde el principio de su creación un valor de transición y al mismo tiempo de finitud aparente, esta extraña paradoja hace que el proceso comience con una compleja lectura de la naturaleza. Miguel García ha desarrollado con el paso del tiempo una imperceptible simbiosis con el mundo vegetal, de tal manera que el uso de sus formas y texturas son aplicados a una serie de elaborados bocetos que funcionan como planos constructivos que posteriormente se materializan en maquetas de papel. Al tener la pieza por primera vez de forma tridimensional, el artista puede presagiar ciertos comportamientos de los materiales, éstos eficientes “dummies de papel” permiten la transición al siguiente estado de la pieza: la construcción final con los materiales seleccionados, pero el proceso no termina aquí.

A partir del análisis del boceto tridimensional y del comportamiento físico de las piezas, las obras se van armando, sumando poco a poco las formas que ya fueron probadas en los dibujos y dummies, dando como resultado una estructura orgánica flexible, un objeto que ha obtenido una serie de características que lo convierten en una obra procesual y performativa, en un extraño y hermoso objeto latente que se activa al momento de ser colocado en el cuerpo. Éstas piezas como semillas latentes, solo esperan la manipulación del usuario para activarse, para transformarse en muchas piezas, para construir en el usuario una base flexible de material escultórico, una ancla móvil, es aquí donde este organismo desenreda sus tentáculos y extiende sus contenidos de una manera sutil, casi como el agradable aroma de una flor fresca, logrando atrapar la mirada y el deseo de otro posible consumidor de belleza inecesaria.

Leonardo Ramírez
Enero 2010







 

Créditos de la exposición:

Textos: Mauricio Vázquez y Leonardo Ramírez

Diseño de museografía: Edmundo Castro

Construcción de muebles: Edmundo Castro, Armando Anaya y Carlos Alberto Martínez

Servicios educativos: Irazú Páramo

Registro y control de obra: María Esther Jaime

Fotografías documentales de la exposición: Leonardo Ramírez

Queremos agradecer la generosa colaboración de:

Mauricio García Padilla, Alejandro Mata, Beatriz  Reyes Martínez, Guadalupe González Ramírez, Felipe Arreaga, Karla Gasca García, Karina Esparza, Mauricio Vázquez, Jorge Arturo Ortega Pérez, María Elena Ramírez Valenzuela y Baltazar Aldana.

Fotografía del pendón: Miguel Badillo

Modelo: Mariana Muñoz Chico de Avenue Models

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