De casa y de calle
El siglo XIX mexicano en la colección de Museo Soumaya
Héctor Palhares Meza / Curaduría e investigación
La interacción del hombre y la mujer transita de la vida pública al espacio de la intimidad. Es así que se da la unión de nuestros protagonistas; algunas veces privilegiado el uno o el otro, según la mirada y los cánones impuestos por un tiempo y espacio concretos. En opinión del investigador Gustavo Curiel: Cada uno de los actos de la vida cotidiana, tiene como base una serie de códigos culturales. Éstos funcionan de manera simultánea en el espacio abierto, público, expuesto, sujeto a premisas sociales que articulan y dan sentido de pertenencia a un grupo; asimismo tienen una lógica en el espacio hermético, privado, en el celoso refugio de lo privado.
Algunos de los aspectos de mayor relevancia en los que coexisten lo masculino y lo
Los ciclos de la vida –nacimiento, matrimonio, enfermedad y muerte– también sesgan el
funcionamiento de las sociedades. Lo público y lo privado obedecen, esencialmente, al
carácter dual de dichos ciclos: el festejo general por el que acaba de nacer y la dolencia intramuros por el que se ha marchado. Del mismo modo, el hombre y la mujer se apropian del escenario según cada periodo histórico. Daniel Roche, en Historia de la vida privada, menciona los cambios en el espacio para el cortejo y la sensualidad en Occidente. La cámara fue, hasta el siglo XVII, el lugar común para el desarrollo de las actividades diarias. Se trataba de una habitación con una gran cama y cortinajes, situada junto a la sala y separada de ésta por una puerta con cerradura. La camera italiana o la chambre francesa apostaron por marcar el inicio de la vida afectiva de la pareja, tal como lo vemos en el retrato del Mercader Arnolfini y suesposa de Jan van Eyck , donde el joven matrimonio ataviado según la moda flamenca del quinientos comparte al espectador algunos símbolos del espacio cerrado: el par de suecos en el piso, el espejo convexo sobre la pared o el perro como mascota, todos símbolos de la
intimidad de los Arnolfini.
Para los siglos XVII y XVIII, los franceses incluyeron en el espacio habitado una nueva modalidad doméstica: la ruelle (callejón) o la alcôve (alcoba). Lugar lindante con el techo y separado de la puerta que daba acceso a la sala, vendría a ser el escenario del amor erótico de la época ilustrada.
Pinturas de Boucher, Chardin o Fragonard retrataron emblemáticos pasajes de la vida
cortesana donde el cuerpo femenino y, en ocasiones el masculino, incidieron en la extroversión y la sensualidad propias de la última etapa del Barroco civil.
Otros dos sitios son necesarios para comprender el vaivén entre la sensualidad pública
¡Cuán encantadora es esta misteriosa estancia! Todo en ella halaga y alimenta el ardor que me devora. No sé qué perfume tan delicado, más suave que la rosa, y más ligero que el iris, se exhala aquí por doquier […].
En la sociedad mexicana de los siglos XVII y XVIII también funcionaron diversos códigos
Aquí se presentan las actividades cotidianas del ser masculino y femenino en el espacio
abierto y en el íntimo, para marcar la sutil diferencia, a veces casi imperceptible, entre lo público y lo privado.
MARCO HISTÓRICO Y CULTURAL DE MÉXICO EN EL SIGLO XIX
Recrear la vista y el gusto con tanto de bueno y exquisito como del reino y de
Fray Antonio de
Luego de la separación definitiva de la metrópoli española en 1821, nuestro país se vio a
merced de distintos vaivenes políticos para conformar un nuevo proyecto de nación. Alfonso Miranda Márquez señala que: […] El siglo XIX mexicano se caracterizó por continuos enfrentamientos entre liberales y conservadores que trataban de imponer dos formas antagónicas de gobierno. Los primeros le apostaban a la modernidad de
El siglo XIX se interesó particularmente por los espacios urbanos y el costumbrismo popular. La pintura echó mano de estos aspectos para retratar el quehacer cotidiano en relación a las fiestas, procesiones y paseos que podían dar cuenta de la idiosincrasia y tipología de los estamentos de la variopinta sociedad mexicana.
Gustavo Curiel refiere sobre esto que los espacios públicos (plazas y calles) han sido
Cabe mencionar que nuestra metrópoli había presenciado uno de los mestizajes más asombrosos de
Ladrón de Guevara, en una interesante reflexión del año 1983, escribió: Con todo, al
El tañido de las campanas de Catedral llamando a los fieles a misa, la algarabía de los
la primera mitad del siglo XIX, la riqueza material de la gran urbe le dio una proyección internacional en términos económicos y culturales. Artistas viajeros como Rugendas, Löhr, Chapman y Egerton captaron en sus óleos la diversidad y contrastes del paisaje nacional; mismo que sería idealizado por la paleta de los grandes maestros mexicanos como José María Velasco y Luis Coto y Maldonado. Los tipos populares y el costumbrismo regional ocuparon la atención de artistas como Claudio Linati, quien registró en sus litografías y acuarelas el abanico multicultural de México. Asimismo, a través de la mirada de Felipe Santiago Gutiérrez, José Agustín Arrieta o Hermenegildo Bustos accedemos al escenario de lo íntimo que celosamente resguarda la vida familiar y cotidiana. En este punto es donde cobran importancia capital el espacio público y el privado. Las grandes fiestas, procesiones o encuentros públicos en diálogo con la privacidad del hogar y del ajuar doméstico. Moda, mobiliario, artes aplicadas, pintura y escultura fueron los grandes derroteros del resguardo íntimo de toda una época.
Planta baja de
Pedro Moreno esquina Hermanos Aldama
Centro Histórico
León, Guanajuato
México.
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